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A usted le encanta que a su hijo le guste estar rodeado de animales, pero la idea de una mordedura de perro le asusta. La verdad es que los niños son más propensos a ser mordidos por perrosincluso los que le son familiares. Esto se debe a varias razones, y no todas son culpa de los perros.
Por ejemplo, muchos niños manipulan bruscamente a sus mascotas y a los animales de otros, a pesar de que al hacerlo corren el riesgo de ser mordidos. Aunque un animal doméstico puede tolerar hasta cierto punto este trato brusco, pocos perros se van a sentar a permitir que un niño les tire de las orejas o les pegue repetidamente. Si el perro es un desconocido, esa situación podría desembocar mucho antes en un mordisco.
Otra cuestión es que un niño es más pequeño, por lo que es más probable que se le acerque a la altura de los ojos o justo por debajo. Un perro puede ver el contacto visual como una amenaza, lo que puede suponer un peligro para los niños.
En cualquiera de estos casos, hay un factor que marca la diferencia. Y es que los padres tienen la capacidad de intervenir y enseñar a sus hijos cómo interactuar con los animales. Por ejemplo, los padres deben explicar a los niños que no deben:
Si un perro muerde a un niño, normalmente el responsable será el dueño del animal. Pero el objetivo es evitar las mordeduras, por lo que hay que tomarse un tiempo para hable con sus hijos sobre los perros y cómo interactuar con ellos de forma segura es vital.
Si un perro vagabundo o agresivo se acerca o está presente cerca de su hijo, considere la posibilidad de retirarse y retirarlos de la situación para evitar una mordedura. En general, los niños son menos miedosos que los adultos, por lo que tu observación y acciones posteriores pueden ayudar a evitar las mordeduras que te preocupan.